jueves, 20 de diciembre de 2012

bares

  • Un señor de mediana edad lleva una hora sentado en un bar mirando la copa sin beberla, cuando llega un camionero alto y gordo y se bebe la copa de un solo trago. El pobre hombre se echa a llorar, y el camionero le dice:
- ¡Vamos, buen hombre, era solo una broma, ahorita le pido otra copa!
El señor le contesta:
- No, no es eso, es que hoy ha sido el peor día de mi vida. Primero, llego tarde al trabajo y me despiden. Luego, al llegar donde había dejado mi coche, veo que se lo habían robado. Camino a mi casa y veo a mí mujer con otro hombre, y me vengo para acá, y cuando por fin iba a terminar con todo esto, llega usted y se toma mi veneno
  • Un tío que iba todos los días a un bar, siempre pedía tres cervezas.
    ¡Deme tres cervezas!
    Al día siguiente la misma cosa:
    ¡Tres cervezas, por favor!
    Como el camarero estaba algo extrañado le pregunta:
    Oye, ¿por qué siempre que vienes pides tres cervezas y te las bebes del tirón?
    y el tío le responde:
    Es que yo tengo dos hermanos, uno en Suecia y otro en París, y como siempre bebíamos juntos, pues yo bebo por ellos.
    Dice el camarero:
    Ah, bien, bien...
    Al día siguiente el tío llega al bar y dice:
    ¡Dos cervezas!
    El camarero extrañado le pregunta:
    Y eso, ¿es que se ha muerto un hermano o que?
    Y dice el tío:
    ¡No, es que yo he dejado la bebida!
  • Llega un campesino a un bar con una radio bajo el brazo ofreciéndola en venta. En una mesa cercana hay varios citadinos quienes al verlo humilde se proponen quitarle la radio sin pagarle un centavo. Uno de los citadinos le comenta a los otros:
    Les aseguro que con unas cervezas encima, ese campesino terminará rebajando el costo de la radio hasta casi nada.
    Por lo que lo invitan a sentarse con ellos. Entonces, pregunta el citadino:
    ¿En cuánto nos vendes tu radio?
    En 30 dólares, responde de manera ingenua.
    Okay, dice el citadino, vamos a tomarnos unas cervezas y luego hablamos.
    Al cabo de un rato ya se han tomado varias cervezas cada uno y el citadino vuelve a preguntar:
    Y entonces, ¿En cuánto la vendes?
    Bueno, deme 10 dólares, responde el campesino.
    Me parece mejor, dice el citadino.
    ¡Vamos, te invito a otras cervezas!
    Luego de un buen rato le pregunta nuevamente al campesino,
    Y ahora, ¿En cuánto me la vendes?
    Deme 5 dólares para poder irme a mi casa.
    El citadino, viendo la posibilidad de quedarse con la radio, decide continuar con la ronda de cervezas y luego de otro buen rato insiste:
    Y ahora campesino, ¿En cuánto me lo vendes?
    A lo que el campesino responde:
    Le voy a decir la verdad, yo quería vender la radio para beber cerveza pero, como ya estoy borracho he decidido no venderla e irme ya a mi casa.
  • Un hombre esta en un bar y le dice al camarero:
    -Le apuesto 200 dólares que yo orino en el vaso que esta a 5 metros sin tirar ninguna gota de orina en el piso.
    -Bueno le contesta el camarero.
    El hombre saca su pene y piensa en el vaso, en su pene, en el vaso en su pene y de pronto sale la orina, orina la mesa, el pool, el camarero y todo el bar.
    -El hombre riéndose va al fondo del bar y habla con unos jóvenes y trae los 200 dólares y se los da al camarero.
    El camarero le dice:
    -Grandísimo estúpido acabas de perder 200 dólares.
    Y el hombre le contesta:
    -Ves aquellos jóvenes del fondo les aposté 500 dólares que orinaba en todo el bar y que vos no te ibas a enojar y mas encima te reirías.
  • Entra un señor en un bar y pide un café, el mozo lo trae y el señor se lo toma, pide la cuenta y el mozo le dice:
    Son 26 pesos.
    ¿Cuántos? ¿Un café 26 pesos? ¿Usted está loco?
    Entonces, el señor se acuerda que tiene 26 monedas de un peso y se las empieza a tirar de una detrás del mostrador, y así las 26 monedas. El señor se va y el mozo se quedó re caliente, este maldito, me tiró todas las monedas.
    Vuelve el mismo señor a la semana, pide otro café, se lo trae el mozo y el señor se lo toma, cuando pide la cuenta el mozo le dice:
    Son 26 pesos.
    El señor saca un billete de 50 pesos y se lo da al mozo. El mozo va a la caja y le dice al cajero:
    Mira, ahí está el maldito que me tiró las 26 monedas, dame el vuelto en monedas que lo voy a joder.
    El cajero le da 24 monedas de un peso y el mozo se acerca al señor y le dice:
    Aquí tiene su vuelto, y le tira de a una todas las monedas.
    El señor saca dos monedas, las tira y le dice:
    ¡Mozo, otro café!
  • En cierta ocasión entra un mexicano a una cantina y pregunta:
    ¿Quién quiere pan y queso?
    Nadie le contesta, y lo vuelve a repetir:
    A ver, ¿no hay un mero macho que le guste el pan y queso?
    Entre los cuates que se encontraban en la cantina, uno levanta la mano y le dice:
    A ver machote, yo sí quiero pan y queso.
    Lentamente se le acerca, saca una pistola y le dice:
    ¡Pues toma PAN PAN PAN Y QUESO le sirva de experiencia!
  • En una ocasión entró un vaquero a una cantina de un pueblo a tomarse un trago, y al llegar amarró su caballo en la puerta. Pero al salir el forastero de la cantina se percató que su caballo ya no estaba, muy enfadado el tipo regresó al salón y pateando la puerta y tirando las sillas amenazó:
    Si no aparece mi caballo en 5 minutos voy a hacer aquí lo mismo que hice en San Francisco, y se dirigió a la barra por otro trago. A los 3 minutos volvió a salir y de nuevo no encontró su caballo, de nuevo entró al salón pateo la puerta y volvió a gritar:
    Si en 2 minutos no aparece mi caballo, voy a hacer aquí lo mismo que hice en San Francisco, y se volvió a dirigir al cantinero por otro trago al minuto, nuevamente se dirigió a la puerta y el caballo ni luces y encolerizado tiró la puerta del salón y exclamó:
    Se los advierto, si en un minuto no aparece mi caballo, voy a hacer aquí lo mismo que hice en San Francisco, y se dirigió nuevamente a la barra con el cantinero para otro trago. Finalmente al pasar el minuto, volvió a salir y por fin allí se encontraba el caballo tal y como lo había dejado. Ya satisfecho regresó al salón para pagarle al cantinero y luego se dirigió a su caballo, se monto y ya se iba a marchar cuando de pronto salió corriendo el cantinero con una cara de duda que para que les cuento, y le preguntó:
    Disculpe señor, este, en nombre de todos los parroquianos de la cantina y mío, tenemos una dudota, este, ¿Qué fue lo que hizo en San Francisco?
    A lo que el forastero contesta:
    Pues, me fui a pie.
  • Entra un señor a un bar y el camarero le pregunta:
    ¿Qué quiere?
    ¡Que qué quiero!, una casa más grande, tener más dinero, que mi mujer sea más guapa.
    No, hombre, ¿Que qué desea?
    ¡Que qué deseo!, tener una mansión, ser millonario, que mi mujer sea estupenda.
    ¡No hombre! ¿Que qué va a ser?
    ¿Que qué va a ser?
    Yo prefiero que sea chica pero si es un niño, no me importa.
    ¡No hombre! ¿Que qué va a tomar?
    ¡Ah, hombre, eso se dice antes! ¿Qué hay?
    Pues nada, por aquí, siempre detrás de la barra...

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